Fotografies antigues del santuari del Coll, extretes del servei digitalitzat
de l'Arxiu Fotogràfic del Centre Excursionista de Catalunya.
En una entrada anterior del bloc vaig parlar dels avatars del mas Serrallonga amb els rebels carlins o les tropes reialistes que durant les guerres carlines es movien per totes les Guilleries.
Les
nostres muntanyes van ser un camp de batalla obert principal, fins el punt que
el mateix general Cabrera se les va veure en la batalla anomenada del Pasteral.
Els
rebels carlins van aprofitar-se de la boscúria i el terreny abrupte de les
Guilleries per a fer-ne la seva base d’operacions i des d’allí baixar a la
plana i les ciutats. A causa d’això els isabelins enviaven tropes l’encalç dels rebels i sovintejaven en la
premsa d’aquell moment les notícies relatives a fets de guerra.
En
el diari “La revista española” del 30 de gener de 1836 , per tant durant la Primera Guerra Carlina, he
trobat notícies que ubiquen moviments de tropes al voltant de Rupit, Susqueda,
Osor i Sant Hilari i que demostren que el santuari del Coll va esdevenir un
hospital carlí.
Es
tracta del següent “parte recibido” que publicava el diari i que ens il·lustra de molt bona manera com devien ser els episodis de moviments de tropes i de rebels carlins per aquelles contrades:
“Excm. Señor. Habiendo
emprendido la marcha el 12 segun las instrucciones de V.E., al paso por el
Esquirol, mandadas antes dos compañias de flanco, dieron estas una fuerte
corrida á unos cuantos canallas que continuamente moran en dicho pueblo.
Pernocté en Rupit sin novedad, y dirigiéndome la mañana del 14 hácia Susqueda,
al cuarto de hora de haber salido tropezó la vanguardia con una descubierta
facciosa, que escopeteada se precipitó
por las inmensas barrancadas. Estando ya toda la columna en la profundidad de
aquellas horrorosas montañas, empezaron contra ella tiros sueltos por
vanguardia, retaguardia y flancos, los que fueron contestados, mandando
inmediatamente al valiente capitan don Vicente Martinez que trepase por el
centro de la montaña y flanquease la columna; lo que verificó venciendo los
obstáculos que le presentaba el terreno, y seguí mi marcha tranquilamente.
En Susqueda dí un pequeño
descanso á la columna, dirigiéndome en seguida á visitar á la Virgen del Coll, cuya casa
de hospedage, meson y cuadras encontré convertidas en cuevas de ladrones. Este
era punto en donde algunos meses á esta parte los perdularios canallas tenian
el santo y grande hospital de Carlos V. Se hallaron 40 o 50 camas, muchas de ellas
ensangrentadas, infinidad de sábanas, mantas, trapos, hilas, una mula, un rico
cerdo, muchas medicinas, algunos comestibles, etc. Todo lo que (exceptuando la iglesia), fue
pasto de las llamas.
Despues de haber pernoctado
en Osor, salí el 15 en dos columnas paralelas para San Hilario Sacalm, cuyo
movimiento costó la vida á un faccioso desertor del batallon de tiradores de
Isabel II, que huyendo de la una tropezó contra la otra, y cayo hierto de un
balazo.
Llegué y pernocté en S.
Hilario Sacalm tranquilamente, El 16 debia pasar por Espinelvas con dirección a
Vich; mas advertido por un confidente de que todos los cabecillas se habian
reunido, huyendo de mí por un lado y echando grandes fanfarronadas por otro,
para deslumbrar el pueblo incauto, y digno de mejor suerte, resolví oblicuar
sobre mi izquierda, é ir á buscarlos de frente en las casi inaccesibles
montañas de Monseñ. Efectivamente marché, los hallé reunidos varios cabecillas.
Verlos y vencerlos todo fue obra de las piernas; pues que la columna no paró su
magestuosa marcha ni un minuto. Cuatro compañias maniobrando en guerrillas
batieron todas las montañas, é hicieron fragmentados de toda la petulante
turba, venciendo fuerza y naturaleza”.
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